La Tercera

Krealudik: Recuperando la historia a través de juegos de madera

De manera independiente y utilizando solo materiales orgánicos, el trabajo de este emprendimiento nos devuelve la dicha de disfrutar actividades que entretienen tal como ya lo hacían hace siglos.

El ocio y la entretención son parte fundamental de la naturaleza humana. Prueba de ello son los diferentes tipos de juegos y actividades lúdicas que han acompañado a nuestra civilización durante miles de años. Cartas, dados y fichas han sido parte de centenas de actividades que hoy parecen haber sido reemplazadas por las pantallas de nuestros televisores y celulares.

Sin embargo, a pesar de que existe una tradición milenaria de estos pasatiempos, son pocos los juegos, más allá del ajedrez que han logrado perdurar en el tiempo.

Eso mismo pensaba Mariela Arratia, cuando hace unos tres años trataba de encontrar actividades para que su hijo se desconectara de las hipnóticas pantallas. Sabía que le gustaba el ajedrez, pero ya habiendo pasado por las damas y el ludo en su momento, no sabía qué más hacer para ganarle al atrapante mundo digital.

Así que se puso a investigar. No podía ser que el ajedrez fuera el primero y el único en su tipo. La primera interrogante fue saber si habían otros tipos de ajedrez en el mundo y llegó a dar con el Hnefatafl, un impronunciable juego que también es conocido como el ajedrez vikingo. Como era imposible obtenerlo, decidió armar su propia versión de madera, a la antigua usanza de este pueblo. Ese sería el comienzo de Krealudik, un taller artesanal que busca traer a nuestro tiempo las entretenciones que históricamente ha tenido nuestra civilización.

La prueba del tiempo

La experiencia con este ajedrez vikingo fue todo un éxito, al punto que se convirtió en un nuevo pasatiempo. “Empezamos a buscar más juegos de otras partes y más antiguos y nos dimos cuenta que todas las civilizaciones tenían sus juegos de mesa”, cuenta Arratia. Y muchos de esos juegos no solo contaban con una función lúdica, sino que también con una importancia social y cultural.

El Senet, por ejemplo, era uno de los juegos más importantes del antiguo Egipto y a pesar de que funciona parecido al Ludo -el primer jugador que logra sacar sus fichas del tablero, gana- representaba en realidad el paso del mundo material al reino de los muertos.

Mientras más juegos recreaba, mejor se hacía la técnica. “Los primeros eran feos, pero funcionales”. Pero no fue hasta una feria del Aniversario de la Comunidad Ecológica en donde este pasatiempo comenzó a convertirse en un posible negocio. Arratia llevó sus juegos para que la comunidad los pudiera probar y conocer y muchos les dijeron que en realidad debería venderlos.

Así es como decidió mejorar su técnica, tomar talleres de carpintería, pintado y por supuesto aprender sobre la mayor cantidad de juegos antiguos posibles.

Los materiales que ocupa en el proceso son todos ecológicos. No solo para producir el menor impacto posible, sino que también para reflejar de manera más auténtica como es la experiencia de jugar. Por lo mismo, cada uno es hecho a mano y de manera independiente por la dueña del negocio, explicando que “si los hiciera en serie, perderían su mística”.

La madera, en ese sentido, se ha convertido en su principal aliada para traer a la vida juegos como el ya mencionado Senet, Bagh Chal, Alquerque o el Juego Real de Ur, considerado hasta ahora como el juego de mesa más antiguo del mundo. Con el tiempo también ha incorporado otros materiales como la cerámica y pinturas al agua, todo lo que hace que cada pieza se vea y sienta única.

“Son juegos que además lucen muy bien en la casa, pero lo más importante es que todos traen una historia detrás”. Un trabajo de preservación del que también se ha hecho cargo.

Una ayuda digital

Si bien el trabajo de Krealudik es principalmente artesanal, la ayuda del mundo digital también ha sido indispensable, sobre todo para la difusión y venta de estos juegos.

“Cuando me decidí a venderlos, comencé a interactuar con los grupos de jugadores de mesa que se organizan a través de redes como Facebook”, dice Arratia. Allí, subía las fotos de sus trabajos, que rápidamente llamaban la atención y comenzaron rápidamente a ser vendidos. También mantiene un canal en YouTube para hacer la otra parte de la conservación de estos juegos: enseñar las reglas de cada uno de ellos. Cada compra viene con sus reglas impresas, por supuesto, pero también es posible ver los videos para aprender a jugar antes de comprarlos.

Y este ciclo es el que finalmente termina devolviendo a la vida a estas antiguas piezas de entretenimiento. “Más que los juegos, son las formas de jugar las que llaman la atención y por supuesto, pensar que están con un trozo de la historia en sus manos”, cuenta. Lo que dice Arratia no está tan lejos de la realidad: puede haber una especie de magia cuando juegas lo mismo que entretenía a toda la gente en una aldea de Nepal hace 400 años.