La Tercera

Kiri, el árbol que puede salvar el mundo

Sobrevive al fuego, tolera la polución, crece rápido y no exige suelos fértiles. Este árbol se ha hecho conocido y se ha vuelto rápidamente popular por las increíbles características que posee. Como, por ejemplo, su capacidad de absorción de dióxido de carbono.

Los árboles siguen siendo los pulmones del mundo. Todo gracias al proceso de fotosíntesis, en el que estos absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno.

Pero entre todas las especies de árboles hay una que puede ayudarnos a combatir el cambio climático: el Kiri.

De China para el mundo

Es conocido como árbol emperatriz o Paulownia tometosa y es originario de China. Su tronco puede medir entre 7 y 20 metros de diámetro y puede llegar hasta los 27 metros de altura. Tiene unas hojas de 40 cm de ancho. Cultivado o silvestre crece a altitudes inferiores a 1.800 metros.

Aunque este árbol es, además de China, originario de Laos y Vietnam, también se cultiva en Corea y en Japón. También se puede encontrar en Europa y en inglés se conoce como “empress tree” y “princess tree”.

El botánico sueco, Carl Peter Thunberg, identificó al Kiri en el año 1781. La especie más conocida de Kiri es la paulownia tomentosa. Este nombre se debe a la vellosidad –o “tomento”– que recubre la cara inferior de sus hojas. Esta especie de paulownia se usa desde 1834 en la jardinería en Europa, especialmente por su valor ornamental y sus flores, que van del blanco al rosado, al azul o el violeta. Las flores del kiri tienen forma de trompeta y comienzan a abundar sobre sus ramas a inicios de la primavera.

Un árbol con tradición

Si bien “Kiri” significa cortar en japonés, diferentes culturas han contado historias sobre el Kiri. Cuenta la leyenda china que este era un árbol asociado a dos hitos en la vida de una persona: cuando nacía y cuando se casaba. La vieja tradición era plantar el “árbol de la Emperatriz” y, después de varios años, cortarlo con un solo fin: convertirse en un instrumento musical, unos zapatos o algún mueble que acompañaría al recién casado o casada en su nueva familia.

Pero una historia rusa asegura que el árbol fue nombrado en honor de la princesa Paulownia Pavlovnia Anna, hija del zar ruso Pablo I.

¿Por qué puede salvar al planeta?

Si hay un candidato para luchar contra el cambio climático es el Kiri. Este árbol tiene un crecimiento veloz y en solo ocho años puede llegar a medir lo mismo que un roble de 40 años. Es decir, puede llegar a crecer, en suelos específicos, dos centímetros diarios. Luego de cinco años de crecimiento, la madera logra resistir incendios y climas fríos. El kiri tiene una capacidad de regenerar sus raíces y vasos de crecimiento en condiciones adversas. Se cree que tolera puntos de ignición de hasta 247ºC, y fríos por debajo de los 0ºC, hasta de -17ºC.

El Kiri, además, es como el ave fénix. Es capaz de rebrotar hasta siete veces después de ser cortado. Parece ficción, pero este árbol reúne aún más características. Es capaz de crecer en suelos y aguas contaminadas, al hacerlo sus hojas ricas en nitrógeno purifica la tierra. Con abono y algún sistema tecnificado de riego, este árbol incluso puede crecer en suelos pobres y erosionados.

No acaba aquí: la capacidad de absorción de CO2 del Kiri es 10 veces mayor que cualquier otra especie. Queda demostrado en su eficiencia al realizar la fotosíntesis. Por ejemplo, un ejemplar adulto de Kiri puede llegar a capturar 21,7 kilos de dióxido de carbono cada día, convirtiéndolos en 6 kilos de oxígeno.

Cultivos experimentales

En San Luis, en Argentina, hay algunas plantaciones de kiri. Es el gobierno regional de esa zona el que propone la siembra de más de 100 mil ejemplares para aprovechar los múltiples beneficios de este árbol. Un último ejemplo: sus hojas al caer fertilizan con sus nutrientes los suelos áridos y sus raíces previenen la erosión.